Boca esta vez ganó pero dejó las mismas preocupaciones de siempre. El equipo no jugó mejor que ante Lanús (1-2 en La Bombonera) y volvió a evidenciar la falta de un conductor dentro del campo.
No está Juan Román Riquelme, claro, y más allá de la incertidumbre que genera su regreso (¿cuándo? ¿en qué nivel?), la sensación es que Boca no debería limitar todo su potencial creativo a la presencia de su último gran "10". Ni a futuro ni ante cualquier eventualidad que se le presente en la actualidad.
Ninguno de los tres enganches que probó Claudio Borghi rindió en el nivel esperado. Damián Escudero fue el que más defraudó. Marcelo Cañete, quien recién hace sus primeros pasos, nunca fue el de la pretemporada. Y Cristian Chávez fue el que dio más dividendos, aunque a cuentagotas (gran partido ante Vélez y el gol decisivo de ayer).
De todos ellos, el que más jugó fue, no obstante, Escudero (476 minutos, seis veces arrancó como titular), seguido por Chávez (427, cinco veces desde el minuto cero). Cierra el juvenil Cañete (285, tres veces en el once inicial). A veces actuaron juntos y ni aun así congeniaron para dar juego asociado al equipo.
Problema viejo
Cuando Riquelme se fue del país, en 2002, Boca no dejó de ganar. En 2003 y 2005 levantó tres copas cada vez, con Carlos Bianchi y Alfio Basile en el banco, respectivamente. En el primer caso, lo más parecido que el equipo tuvo a un enganche fue un Carlos Tevez intratable. En el segundo, Federico Insúa fue el "cerebro" del "Coco".
Precisamente "Pocho" fue el último que anduvo bien en el puesto. Pasaron desde entonces Leandro Gracián, Guillermo Marino, Damián Díaz y hasta Nicolás Gaitán, que salvó la ropa devenido en delantero. Ninguno pudo calzarse la "10" simbólica para salir a recuperar la gloria perdida.
Problema viejo será también el de las desatenciones defensivas, aún cuando vuelva Riquelme. Pero para entonces Boca deberá hacerse otro tipo de preguntas.
Infobae-
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