River había tenido un comienzo de torneo para la ilusión. Gracias a tres victorias al hilo llegó a saborear la punta. La disfrutó. Pero la dejó rápidamente. Y regresó a su realidad. La de pelear por seguir en Primera. No pudo vencer en el Monumental a Quilmes ni a Gimnasia, dos rivales directos en su pelea por mantener la categoría. Y el nivel de juego del equipo cayó en un profundo bache del que aún no pudo salir.
Una de las razones es que Cappa jamás pudo repetir la misma formación. Rotó y rotó jugadores pero pocos le dieron garantía. El gran déficit está en el mediocampo, donde utilizó once jugadores: Acevedo (5 partidos), Affranchino (8), Almeyda (8), Ballón (8), Buonanotte (11), Cirigliano (2), Mauro Díaz (4), Lamela (7), Lanzini (5), Pereyra (9) y Rojas (6). El técnico probó y probó. Nunca encontró la solución.
Y arriba falta gol. Convirtió apenas ocho en los últimos diez partidos. El equipo va en franco descenso, y no es un juego de palabras. Acumula siete partidos sin ganar (5 empates y 2 derrotas). Sigue en Promoción y su situación no es peor porque los otros equipos que también pelean por seguir en Primera tampoco suman. El único dato alentador de cara al choque con Boca es que River está invicto como local. En medio de la tormenta sólo se salvan de las críticas Carrizo, Maidana, Almeyda y Pavone. En cambio, Ortega y Buonanotte presentan un nivel muy bajo y no terminan de afirmarse como titulares. A este panorama se suma la caída del técnico esta tarde y la incertidumbre por saber quién será su sucesor.
En la vereda de enfrente también hay preocupación. El regreso de Riquelme no alcanzó para apagar el incendio. La derrota contra Argentinos dejó su huella. Porque por primera vez los hinchas mostraron su disgusto con el arquero Lucchetti, al que silbaron luego del segundo tanto del Bicho. Que el ex Banfield todavía no estuvo a la altura de las circunstancias es una realidad. Pero sería injusto que todas las culpas caigan sobre el uno. Porque el resto...
Borghi, al igual que Cappa, todavía no encontró su mediocampo. Un poco por culpa de las lesiones y otro poco por flojos rendimientos. En buenas condiciones físicas, Battaglia y Riquelme son una fija. ¿Y el resto? Chávez entra y sale. Cañete asomó como figura y ahora casi no juega. Giménez alterna buenas y malas. Méndez no tiene lugar para jugar en su puesto natural de volante central y por el costado no convence. De Medel no se sabe en qué puesto juega. Escudero llegó como un gran refuerzo y está en deuda. Arriba, el doble 9 formado por Palermo y Viatri hace su trabajo: entre los dos hicieron 11 de los 16 goles del equipo, pero a veces da la sensación de que no terminan de jugar cómodos.
Boca es un mar de dudas. Perdió cuatro veces de local. Y cada derrota hace temblar al entrenador, que cada día que pasa tiene menos banca. El propio Borghi admitió estar preocupado. También tambalea.
River y Boca se preparan para una nueva edición del Superclásico. Lejos de la punta. Lejos de su juego. Y, lo que es peor, muy lejos de su rica historia.
Clarin-
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